lunes, 22 de septiembre de 2008

Welcome to Lonesome Town.

Una mañana te despiertas con un sentimiento de melancolía atravesando tu pecho de manera inexplicable, la tristeza te marea y pareciera que por la ventana el mundo comparte tu sentir, te acompaña de tal forma que las nubes cubren toda aquella luz de pequeña alegría.

Buscas esclarecer el origen de dicha congoja y procuras reconstruir tu travesía por los dominios de El Arenero, retomar caminos fantasmales que tu mente recorrió en la ausencia de la razón. Dicho proceso te lleva hasta un rostro cuya propietaria desconoces o no recuerdas y sin embargo te cautiva la belleza de la imagen plasmada en tu memoria, continuas excursionando y percibes el calor de un abrazo perdido, con incertidumbre te proclamas su dueño y de manera inmediata lo sientes ajeno, entiendes que un vacío se incuba en tu alma y creíste aquel caluroso abrazo como complementación de tu alma y consuelo de la pena, más te equivocas y te duele dejar aquella esperanza de confort. Vislumbras unos labios e intentas alcanzarlos, sin embargo unas caricias que creíste perdidas te abordan de sorpresa y un poco de tu incompleta alma se complementa, ahora no tienes idea de donde sdalieron éstas caricias que han aliviado un poco de tu pesar, cambias la dirección de tu búsqueda siguiendo el escueto rastro que han dejado detrás de sí tus sorpresas.

Te tropiezas con recuerdos que van en contrasentido de manera apresurada, rostros familiares que intentan dejar atras el origen de tu alivio, avanzas a través de los obstáculos móviles que te interfieren, algunos los esquivas, otros los derribas y algunos pocos pasan de largo. No quieres evocar a los espectros con los que te enfrentas ya sea por lo amargo que resultaría o por lo desconocido que ahora podrían ser para ti, fantasmas del pasado que se levantan de entre sus tumbas proclamando ser resucitados.

Aromas familiares se adentran en tu nariz provocando sentimientos diversos simultaneamente
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