jueves, 28 de enero de 2010

La boda de mis desilusiones y mis ensueños

"Todo comenzó con una explosión"
Monocordio.

Reviviendo lo poco que he logrado capturar entre las letras y de manera tan burda, me encontré contigo nuevamente, con una imagen de enamoramiento y ensoñación. Recordé la sonrisa que provocaste al verte, el nerviosismo al hablarte y el terror de que te perdiera de vista entre las arenas del tiempo. Viví otra vez entre tu mirada y tus labios, disfruté el sabor a gloria que tienen éstos.

Ahora las desilusiones pasan y saludan respetuosamente tu recuerdo. Ahora veo claramente la cobardía de mi cuerpo y lo insensato de mi pensamiento. Sobra decir lo que es evidente, que tu persona resultaba de una brillante y creciente belleza ante mis ojos y nunca negué, pero tampoco exclame certeramente; todo quedó entre sugestiones y versos que dejaban entrever la realidad de mi sentimiento.

Tu aroma me atrapó y tu mitificación causó el fin de una ilusión. De nuevo cometí los errores que dije no volvería acometer. De nuevo la soledad hizo que me alejara de la realidad y buscara consuelo en lo indeseable. Sin embargo tu recuerdo no deja de azotara a mi torpeza, el destino no deja de reírse de mi falta de valor. Estas en lo que busco y en lo que no deseo encontrar, estas en aquellas cosas que no me gustan y tambien en las que me deleitan. Estas en la ausencia de tu ser.

¿Cuándo sabré enfrentar a mi soledad? ¿Cuándo me atreveré a ver la realidad? ¿Cuándo sabré que es lo que realmente necesito? Y por sobre todas las cosas, la ignorancia y especulación son algo que no puedo dejar de vivir.

Espero aceptar, por beneficio propio, los extraños designios de mi imaginación como tales; efímeros. En algún momento tendré valor para dejar de escribirte y dejarte dentro de una antología de memorias, tal vez pueda convertirte en un personaje inolvidable y así pueda borrar lo que es por lo que quiero que sea. Separaré a la cereza de tí. Dejaré de soñarte y comenzaré a ver el brillo de tus ojos como el reflejo de la luz y no su origen. Esperaré que puedas leer lo que escribo y no sólo las palabras que te dedico.

Por otra parte tal vez pueda refugiarme en lo que desconoces de mí y aseverar que todo fué estricta literatura, que no puse nada de mi alma en cada una de las palabras que engendré, que no te llevas pedazos de mi vida y de mis ilusiones.

Eso haré, me refugiaré en la ausencia de tu ser...

pero tu recuerdo está en la ausencia de tu ser...

XRZ

martes, 26 de enero de 2010

Sueño

Tomaste mi mano y con un susurro dijiste: ¡Acompáñame! Azorado seguí el trayecto que marcaron tus pasos. Comenzamos a subir las escaleras acomodadas en espiral. No me soltabas, pareciera que un temor por mi caída lo impedía, el sudor comenzó en tu palma y se mudó a tu frente, no podía percibir la fatiga del recorrido, pues era inexistente y tu sudor provenía de un nerviosismo evidente.

no pude contener por mucho mi curiosidad y me detuve abruptamente en un descanso de la escalera, provocando que voltearas y me reprocharas con la mirada la súbita decisión y antes de que pudieras convertir en verbo la inconformidad que te causaba te silencié con un beso. Puedo decir ahora que tenías espectativas en un atrevimiento semejante y correspondiste a mis labios. Mientras yo cuestionaba mi suerte y buscaba una explicación que justificara el disfrutar el sabor de tus labios; por otra parte tú estabas en una línea de pensamiento muy distinta y distante a la mía. Rodeaste mi cuello con tus brazos con tal fuerza que por unos instantes el aliento me faltó.

Ví en tus ojos el brillo de la felicidad y la premunición de una gran tristeza. Continuamos nuestra marcha al final de las escaleras. Un temor comenzó a cobijar mi pensamiento de manera inexplicable,de repente aventurárme a lo desconocido mientras me sujetabas de la mano no resultó algo seguro. Abrí la boca para externar mi inquietud, pero uno de tus dedos selló mis labios al tiempo que abrías una puerta.

Inmediatamente te abalanzaste a mi pecho, me abrazaste, tal vez con la esperanza de encontrar en los latidos de mi corazón reconfortarte y tranquilizar; buscabas en mi temeroso palpitar un poco de valor. Me besaste.

Caminamos por un pasillo que se presentaba oscuro y ominoso sin hacer ruido alguno para que nuestra presencia no se hiciera evidente ante el silencio que habitaba el lugar. Nos detuvimos cerca del final de aquel pasillo y giramos a nuestra izquierda para quedar de frente ante una nueva puerta y entonces supe que esta vez me correspondía abrirla y penetrar en el misterio de lo que resultaba invisible para los dos. Te resguardaste en mi espalda, resultando ésta tu escudo. En cuanto la puerta reveló aquello desconocido al mundo de lo visible tu rostro se ocultó en mi nuca y dejaste escapar un sollozo que revelaba una dolorosa sorpresa.

(...)

sábado, 16 de enero de 2010

(Des) Oriente

Siempre he destacado lo caótico que resulta mi ciudad, y por lo mismo me resulta atrayente; sin embargo guardo un especial resentimiento en lo que se refiere a su zona oriente. Así como ud. lo oye, el oriente de la ciudad (pasando churubusco) me resulta una parte tan denesnable. Hay diferentes razones por las que puedo odiar esa parte de la ciudad, no niego que esos mismos factores existan en otro lado, pero al parecer en esa dirección todo no es de mi parecer.

No recordaba cuan desagradable me resultaban aquellos parajes abandonados hasta el día de ayer en que gracias a la depresión en la que me encuentro abordé uno de los camiones que, literalmente, rodean la ciudad. En un principio sólo apreciaba, desde mi ventanilla, las distintas calles por las que pasaba sin que tuvieran significado alguno. El trayecto resultaba fluido, sin contratiempos, ni tráfico; avanzábamos de acuerdo a la disposición del acelerador del conductor; que no era nada tímido.

Cual sería mi sorpresa que después de cruzar el eje central, a escasas cuatro cuadras, un ciudadano oriundo del oriente decidió rebasarnos. Obviamente sólo pudo colisionar en la parte frontal derecha del coloso móvil. Un letrero que dijera BIENVENIDO A ORIENTE hubiera resultado más apropiado, pero quién soy yo para cuestionar las tradiciones de la gente; si en el oriente resulta común recibir a los automovilistas con empellones de fibra de vidrio o aluminio (laminazos) no tengo escusa alguna para enjuiciar sus costumbres.

En fin la bienvenida resultó en un cambio de transporte, otro camión, y continuamos el trayecto. Cabe mencionar que todavía no concebía el hecho de estar en el oriente del D.F. Pero no paraba de quejarme acerca del tráfico, el sol que me pegaba directamente en la cara, el ruido de las bocinas de los automovilistas que lograban traspasar la barrera de sonido que implementaban unos audífonos y la música que se proyectaba directamente en mis oídos. En resumen se acumulaban las cosas que podrían molestar a cualquier persona.

Después de hora y media de estar esperando a que los conductures tuvieran una epifanía para que pudieran entender que si dejaba pasar de manera simultánea a los demás conductores, el estancamiento podría disolverse de manera paulatina, llegamos a la base del susodicho camión, al ser un circuito no había necesidad de bajarse pero el conductor creeyó prudente abandonar la unidad y ponerse a platicar con sus compañeros, de poder acompañarle lo habría hecho, el último trayecto resulto muy incómodo y hubiera disfrutado el desafanarme unos momentos de las incapacidades para maniobrar al volante de algunos"orates".

Después de largos minutos de espera, continuamos el trayecto y fué entonces que todos los recuerdos y resentimientos que estaban estancados en lo más recóndito de mi memoria comenzaron a desparramarse por la ventana.

La señal reveladora que detonó toda esa gama de recuerdos fué la cúpula de el palacio de los deportes y de cómo resulté caminando solo a mi casa después de un concierto muy placentero. Posteriormente llegamos a la delegación Iztacalco donde en algún momento tuve que regresar solo después de acompañarla, de igual forma en donde no pude obtener una plaza de trabajo por culpa de la insana afección que tuvo una expareja para retener mi identificación, recordé de igual forma que en algún momento me ví caminando bajo la lluvia con un ramo de rosas rumbo a mi casa. En otra ocasión por apostar a la aventura y decidirme ir a su casa y pedirle permiso a sus padres regresé solo, para no alterar la continuidad. Podría enlistar varios de los recuerdos que hacen del oriente un lugar non grato, no puedo sesgar los buenos recuerdos que de esa zona poseo pero en resumidas cuentas odio el oriente por aquellas experiencias desmoralizadoras que he tenido y en parte por sus respectivas causantes (enlistadas en orden ascendente):

-Ma Belle.

-Ma Framboise.

-Ma Noir Cerise.

XRZ
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