martes, 17 de noviembre de 2009

Perdido entre nubes

Siempre he gustado de expander los horizontes de mui existencia, así que por lo regular no rechazo oportunidad alguna para saber de lo desconocido, ésta vez me refiero a lo terrenal, a un lugar que no conocía, como sucede con muchos otros; escribo ahora de la experiencia en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Estar encerrado por poco más de trece horas no agrada a nadie que conozca, mucho menos a mi. Sin embargo hay sacrificios que se requieren para adquirir allgo, fué así como permanecí en un camión por tanto tiempo. Aburriéndome, desesperándome, riendo, cantando, medio durmiendo, comiendo y viendo los parajes de un trayecto por demás cautivador. Distrito, Estado, Veracruz, Tabasco y finalmente Chiapas fue la película que pasó a traves de la ventanilla del autobús.

Entre mensajes de despedida y de resignación el camino comenzaba. Mensajes que sorprendieron mi nula expectativa, deseos de buena voluntad y el reconocimiento de los errores me despidieron de los lugares que conocía (Valle de Chalco) en adelante todo era nuevo, pero no novedoso.

El Punto iba preparado con los utensilios ceremoniosos correspondientes para un viaje introspectivo. La euforia se hizo presente y preparó las bebidas espirituosas para el largo trayecto, el sueño permanecía distante a los preparativos pero no dejaba de expresar su presencia. Se creó una celebración al camino, una bacanal andante. Sin embargo cada uno experimentaba el recorrido en diferente manera, los hubo dormidos, los hubo perdidos y los hubo bebidos; eso sí todos estaban divertidos.

Por la noche llegamos a nuestro destino, fatigados y desesperados de haber estado tanto tiempo encerrados entre asientos forrados y aluminio forjado. Buscamos el asilo prometido con ansiedad, el humor de los compañeros no mejoraba entre la presión del cansancio y lo estresante que resultaba no saber la manera en que se iba a proceder. Unos iban, otros venían y todos vacilábamos de encontrar una cama lo suficientemente cómodad para descansar. La comitiva tuvo que dividirse en dos grupos: los de adentro y los de afuera, los que se quedaban y los que se iban, los que ya tenían cama y los qe la iban a buscar. Yo estaba en el segundo grupo junto con El Punto.

Algo que debo remarcar, por que es un momento idóneo, es la capacidad de El Punto para poder acoger al extraño que decide unirse en el cacmino de atodestrucción que seguimos, se extiende la cordialidad al que la busca y la amabilidad a quien la solicita. Me sorprendió sinceramente esta actitud puesto que sólo conocía la contracara de mis camaradas y la mía; siempre era el desprecio al petulante, la segregación del altanero y la exclusión del imbécil. Si bien como antes dije la actitud de l punto para cobijar al otro me sorprendió, no me resulto del todo extraño e inclusive me agrado saber que existe aquella inclusión sin mucho miramiento de aquella persona que no guste en demasía de estar solo. Aún con ésta capacidad de aceptación dentro del mismo Punto existen subgrupos que no entran en conflicto de manera directa con el comportamiento de ésta micro-sociedad.

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